Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

¿Qué es la misofonía y cuáles son sus síntomas?

La misofonía no es una manía, ni una exageración. No es falta de tolerancia ni un problema de educación.
La misofonía es una condición neurofisiológica que hace que tu sistema nervioso reaccione de forma intensa y automática ante ciertos sonidos cotidianos, como si fueran una amenaza.

Los sonidos más habituales que suponen un disparador son: el sonido de masticar, respirar, sorber, pronunciar ciertas letras, toser, ruido de vecinos (cuya intensidad objetiva no es muy elevada), ladridos de perros, tecleo del ordenador, sonido de aparatos electrónicos o vibraciones,

No hablamos de un simple “me molesta”, sino de una reacción emocional desbordante que muchas veces va acompañada de ansiedad, irritación, tensión corporal e incluso un deseo incontrolable de escapar.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

En consulta, los síntomas suelen repetirse una y otra vez. La persona con misofonía siente:

  • Una irritación intensa que aparece de forma inmediata ante ciertos sonidos.

  • Un desajuste emocional: sientes que lo que te pasa no es “normal” o está “mal”, pero no puedes evitarlo.

  • Tensión corporal: aumento del ritmo cardíaco, presión en el pecho, respiración rápida.

  • Conflicto con personas cercanas: pareja, madre, padre, hijos… justo con quienes más amor hay, más duele cuando aparece el sonido.

Y algo que casi nunca falla: la frase “es que me hace daño” dicha entre lágrimas o con rabia. Porque sí, se vive como daño real.

¿Por qué me molesta más lo que hacen las personas que quiero?

Porque en la misofonía no molesta solo el sonido: duele lo que representa. Si es tu madre quien sorbe, tu pareja quien carraspea o tu hija quien mastica, lo que duele no es solo el ruido, sino la sensación de “¿cómo puede hacerme esto sabiendo lo que me pasa?”.

En realidad, muchas veces no lo saben. O lo saben, pero no lo comprenden.
Y tú terminas sintiéndote culpable por reaccionar mal, deseando que el otro sea distinto, y atrapado entre dos fuegos: el amor y la necesidad de silencio.

¿Cómo saber si lo que tienes es misofonía?

La diferencia con una simple molestia está en la intensidad, la reacción y el impacto en tu vida. Si te sientes así:

  • Estás en alerta o tienes aversión a que aparezca “ese sonido”.

  • Evitas espacios, relaciones o actividades por miedo a cómo vas a reaccionar.

  • Has probado tapones, cascos, huir, respirar hondo, enfadarte, suplicar… y nada ha funcionado.

  • La intensidad mínima de ese sonido desencadena la respuesta (por ejemplo respiración tranquila, ladrido lejano). Si es necesario que el estímulo se produzca en una intensidad elevada para provocar la respuesta, entonces no respalda el diagnóstico de misofonía, especialmente si el estímulo es incómodamente fuerte o sorprendente (como el sonido de un plato al caer o un grito fuerte e inesperado).
  • El estímulo provoca una respuesta refleja física inmediata (movimiento, calor, dolor u otra sensación física). A pesar de que la respuesta física no siempre se puede identificar, la presencia de una respuesta física inmediata puede usarse para identificar más claramente la condición como misofonía.
  • Una duración moderada del estímulo (p.ej.,15 segundos) provoca una activación fisiológica general (sudoración, aumento del ritmo cardíaco, tensión muscular).
  • Existe una desregulación de pensamientos y emociones con arrebatos potencialmente agresivos (miradas, reproches, gestos o acciones violentas). Más  frecuentemente en niños.
  • Posteriormente la persona reconoce que la experiencia emocional negativa es excesiva, irrazonable o desproporcionada respecto a las circunstancias o el factor estresante que las ha desencadenado.
  • El individuo tiende a evitar la situación misofónica, o si no la evita, “aguanta” presente ante el estímulo misofónico con malestar o angustia.
  • La experiencia emocional y física del individuo, la evitación y los esfuerzos por evitar causan angustia o interferencia significativa en la vida de la persona. Por ejemplo, a la persona le resulta difícil realizar tareas en presencia de otras personas, ir en transporte público, estar en casa “tranquilamente” sin anticipación, participar en actividades rutinarias, interactuar o estar presente con individuos específicos.

Entonces sí, puede ser misofonía. 

Tratamiento: no se trata de cambiar al otro, sino de acompañarte a ti

En nuestro centro, el único especializado únicamente en misofonía en España, abordamos esta condición desde un enfoque integral.


No buscamos que “aguantes”, ni que “te acostumbres”. Buscamos que entiendas qué te pasa, cómo funciona tu sistema nervioso, y que dejes de vivir con culpa y puedas manejar estos síntomas.

¿Qué hacemos?

  • Evaluamos tu caso en profundidad: cómo es tu día a día, tus sonidos disparadores, tu nivel de gravedad.

  • Te enseñamos estrategias reales para regular tu sistema nervioso y empezar a sentirte más seguro.

  • Trabajamos el vínculo con tus pensamientos, porque muchas veces lo que activa el dolor no es solo el sonido, sino lo que piensas cuando lo escuchas: “no le importo”, “lo hace a propósito”, “nunca va a cambiar…”

  • Y sí, también acompañamos a tu entorno para que comprendan sin excusas, pero sin cargar con la responsabilidad de “curarte”.

¿La misofonía tiene cura?

La misofonía se puede transformar en algo que no limite tu vida, algo así como lo que ocurre con la ansiedad. No la puedes erradicar, pero sí que no sea algo que te impida funcionar con normalidad, ni interfiera en tu bienestar.
No es una condena. Es una manera distinta en la que tu cuerpo responde al mundo. Y cuando entiendes cómo funciona, puedes reeducarlo, puedes entrenarlo, puedes volver a sentir calma.

La clave no está en que el otro deje de hacer ruido.
La clave está en ti. En tu forma de acompañarte. En dejar de intentar cambiar al otro, y empezar a cambiar cómo te relacionas contigo cuando eso pasa.

¿Y si soy familiar de alguien con misofonía?

Tu papel no es únicamente “andar con mucho cuidado”. Tu papel es comprender y acompañar sin justificar ni minimizar.
A veces, esa persona te pedirá que no hagas ruido, pero lo que realmente te está pidiendo es: “Por favor, entiéndeme. No me mires con juicio. No te vayas. No me rechaces.”

Y si tú también necesitas apoyo, puedes tenerlo. Porque acompañar a alguien con misofonía también es difícil.


Odiar algunos sonidos tiene un nombre y también solución


Si has leído hasta aquí, probablemente te has sentido reflejadx.

Puede que nadie haya sabido darte una explicación hasta ahora. Puede que incluso tú hayas dudado de ti mismo. Pero ahora sabes algo más:

👉 Esto no es solo cosa tuya, se calcula que la misofonía limita la vida de aproximadamente un 7% de la población mundial.
👉 No estás exagerando.
👉 No eres un maniáticx. Solo necesitas comprenderte mejor.

Ese es el primer paso para empezar a vivir con más libertad, menos culpa y más calma.

¿Buscas ayuda profesional?

En www.celiamisofonia.com encontrarás información, recursos y un equipo especializado que te entiende de verdad.


Porque lo que te pasa tiene nombre. Y se puede trabajar.

y si quieres mas información no dudes en visitar nuestras  REDES SOCIALES o el apartado de PRENSA donde encontrarás mucha más información al respecto.

¿Quieres saber más sobre nuestro tratamiento? ¡HABLEMOS!