¿Qué es la misofonía según la ciencia?
La misofonía es un trastorno neurológico que se caracteriza por una reacción emocional intensa, generalmente de ira y ansiedad, ante sonidos específicos, como el masticar, el respirar, caminar, carraspear o sonidos provenientes de algunos animales (especialmente de que la persona identifica como desmedidos y que suponen una falta de respeto).
Aunque la misofonía ha sido reconocida por personas que la padecen durante décadas apenas ha sido identificada por primera vez a principios de la década de 2000. Por suerte, la investigación científica sobre la misofonía ha crecido significativamente en los últimos años, proporcionando una mejor comprensión de su naturaleza y sus mecanismos subyacentes.
Definición y síntomas
La misofonía, cuyo nombre significa literalmente “odio al sonido”, no se refiere a una simple molestia por ruidos fuertes o irritantes. Se trata de una respuesta emocional desproporcionada a sonidos cotidianos específicos que, en la mayoría de las personas, no provocan ninguna reacción significativa. Los síntomas principales incluyen:
- Irritación intensa o ira descontrolada ante sonidos comunes.
- Respuesta física como aumento del ritmo cardíaco o sudoración.
- Evitación o confrontación para detener el sonido desencadenante.
Los sonidos que desencadenan estas respuestas pueden variar, pero comúnmente incluyen sonidos relacionados con la boca (masticar, sorber), la respiración (resoplidos, suspiros) movimientos (teclear, arrastrar los pies al caminar, chasquidos) o sonidos de los vecinos.
Pero, ¿Cuáles son las causas de la misofonía?
En este artículo, queremos recoger los principales hallazgos científicos sobre la misofonía. Y responder a alguna de las preguntas más comunes que nos encontramos en terapia: ¿Por qué se produce la misofonía?
Causas de la misofonía según la ciencia
La verdad es que a día de hoy no existe un consenso completo en la comunidad científica sobre las causas exactas de la misofonía, aunque varias investigaciones han arrojado luz sobre cómo se manifiesta y por qué ocurre.
Estudios Neurológicos
Un estudio destacado publicado en la revista Current Biology reveló que las personas con misofonía muestran una actividad cerebral anormal en la corteza insular anterior, una región del cerebro asociada con el procesamiento emocional. Este hallazgo sugiere que la misofonía podría estar relacionada con una hiperconexión entre las áreas cerebrales responsables del procesamiento de sonidos y las emociones.
Otra investigación, llevada a cabo por el grupo de la Universidad de Newcastle, utilizó resonancias magnéticas para demostrar que las personas con misofonía tienen un mayor grosor en la corteza insular, lo que podría indicar que sus cerebros están predispuestos a reaccionar de manera desproporcionada ante ciertos estímulos auditivos.
Asimismo, otro artículo publicado en The Journal of Neuroscience reportó que las personas con misofonía también muestran una mayor conectividad entre la corteza insular y la corteza prefrontal ventromedial, una región del cerebro involucrada en la regulación emocional y la toma de decisiones.
Estos hallazgos sugieren que la misofonía no es simplemente una hipersensibilidad a los sonidos, sino una compleja interacción entre la percepción sensorial y la respuesta emocional.
En definitiva, parece que muchos de los estudios realizados hasta la fecha, sugieren que existe una relación entre la misofonía y la existencia de una mayor conexión y velocidad del procesamiento tanto de ciertos sonidos como emociones, que predisponen una reacción emocional automática y de mayor intensidad ante determinados sonidos. Esto podría constituirse como un facilitador del condicionamiento aversivo de estos sonidos (calificados injustos, inadecuados y de los que no se tiene control) con emociones de alerta.
Factores Genéticos y Ambientales
Además de las diferencias neurológicas, los investigadores han comenzado a explorar el papel de los factores genéticos en el desarrollo de la misofonía. Un estudio realizado por Rouw y Erfanian, publicado en PLoS ONE, encontró que las personas con misofonía a menudo reportan antecedentes familiares de la condición, lo que sugiere una posible predisposición genética. Este estudio también destacó la importancia del entorno, señalando que el aprendizaje, las experiencias tempranas y la exposición a ciertos sonidos en la infancia podría aumentar la probabilidad de desarrollar misofonía en la edad adulta.
Diagnóstico y Tratamiento de la Misofonía
El diagnóstico de la misofonía es complicado debido a la falta de criterios diagnósticos estandarizados y a la confusión con otros trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o el trastorno de ansiedad generalizada. No obstante, la investigación está avanzando hacia el desarrollo de herramientas de diagnóstico más específicas y por suerte, cada vez somos más los especialistas en salud mental y neurólogos que desarrollamos herramientas más específicas para identificar y tratar la misofonía. De hecho, un artículo reciente en The Lancet Psychiatry propuso un marco para diferenciar la misofonía de otros trastornos basándose en las respuestas emocionales y fisiológicas únicas a los sonidos desencadenantes .
En términos de tratamiento, la terapia cognitivo-conductual (TCC) en combinación con otras estrategias, ha demostrado ser útil en el manejo de las respuestas emocionales a los sonidos desencadenantes. Un estudio publicado en Applied Psychology mostró que los pacientes que recibieron terapia psicológica experimentaron una reducción significativa en la intensidad de sus reacciones a los sonidos desencadenantes.
CONCLUSIÓN
La misofonía es un trastorno neurológico real y cada vez más reconocido por la ciencia, con un IMPACTO MUY SIGNIFICATIVO en la calidad de vida de quienes la padecen.
A medida que la investigación continúa avanzando, se espera que nuestra comprensión de la misofonía se profundice, permitiendo desarrollar un diagnóstico unificado y mejorando el trato y guía de las personas que la padecen.
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