Misofonía y manías con los ruidos: ¿de verdad son lo mismo?
Es muy habitual que cuando alguien expresa que ciertos sonidos le molestan, el entorno lo interprete como una “manía”, una excentricidad o incluso una exageración. Decir cosas como “no soporto oír a alguien masticar” o “me pone nerviosa el clic del bolígrafo” suele recibirse con frases del tipo “qué tiquismiquis eres”, “no es para tanto”, o incluso “eso es una manía, supéralo”.
En psicología, una manía no patológica se refiere a una preferencia o rechazo personal que no genera un deterioro significativo en la vida cotidiana.
Puede molestar, sí, pero no desregula emocional ni fisiológicamente a la persona. No condiciona su vida, sus decisiones o su capacidad de sostenerse ante esos estímulos.
¿Qué es entonces la misofonía?
Una respuesta automática, no voluntaria
La misofonía es un fenómeno neurosensorial en el que ciertos sonidos, por lo general repetitivos y cotidianos, desencadenan una respuesta emocional desproporcionada e involuntaria. No se trata de que “me moleste” un ruido, sino de que mi sistema nervioso reacciona con activación, rabia, ansiedad o angustia, de forma inmediata e incontrolable.
Los sonidos disparadores suelen ser muy concretos (respiraciones, masticaciones, chasquidos, teclas, saliva al hablar…) y no dependen de que el ruido sea fuerte, sino del tipo de sonido y del contexto interpersonal donde ocurre.
La ciencia está comenzando a demostrar que en la misofonía hay una activación de regiones cerebrales como la corteza insular anterior, responsable del procesamiento interoceptivo y emocional, así como un componente de hipervigilancia sensorial.
Esto no es una preferencia ni una elección. No se trata de que la persona con misofonía “no tolere” porque sea intolerante, sino de que hay una asociación emocional aprendida y automática que genera una reacción MUY intensa.
El error de decir “eso es solo una manía” a quien tiene misofonía
Cuando alguien convive con misofonía y el entorno interpreta sus reacciones como simples manías, se le niega validación emocional, lo que aumenta su malestar y su sensación de estar “exagerando” o “fallando”. Esto lleva a muchas personas a ocultar sus síntomas, a evitar situaciones sociales, o a cargar con una culpa que no les corresponde.
Ejemplos reales que vemos en consulta:
“Pido que no coman con la boca abierta y me dicen que soy una maniática.”
“Llevo auriculares en casa y me llaman antisocial.”
“Evito comer con mis suegros porque el sonido de los cubiertos me genera ansiedad, pero no lo cuento por vergüenza.”
Es comprensible que desde fuera la misofonía pueda parecer una “manía exagerada”. El comportamiento observable (irse del lugar, poner cara de malestar, pedir que paren, usar auriculares) puede parecer excesivo si no se comprende el nivel de sufrimiento que hay detrás.
Pero lo que la diferencia no es lo que se ve, sino lo que se siente y la intensidad del malestar que genera.
La persona no se irrita “porque quiere”, ni puede evitarlo. Y mucho menos lo disfruta. Es más, muchas veces se esfuerza en controlar, evitar o anticipar las situaciones que podrían disparar ese malestar, cayendo en la evitación experiencial, que solo refuerza el problema a largo plazo.
Cómo ayudar a alguien con misofonía (y no confundirla con manías)
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Escucha sin juicio
No minimices. No digas “relájate” o “es solo un ruido”. Pregunta qué necesita y valida que su experiencia es real, aunque no la compartas. -
Evita el control excesivo
La solución no es que el entorno se paralice, sino buscar acuerdos respetuosos. A veces una persona con misofonía también necesita trabajar en sostener parte de la incomodidad, sin exigir que todo se adapte a ella. -
Fomenta el trabajo psicoterapéutico
No hay soluciones mágicas, pero sí formas de manejar la misofonía desde la regulación emocional, el trabajo con el sistema nervioso, la exposición progresiva y la reducción de la evitación.
En resumen: la misofonía no son “manías con los ruidos”
Si estás aquí porque tú o alguien cercano reacciona con gran malestar ante sonidos cotidianos, es importante que sepas esto: la misofonía no es una manía, ni una exageración. Es una condición real, cada vez más reconocida por la ciencia.
Y aunque aún falta camino para su visibilidad, también hay cada vez más recursos, profesionales formados, y espacios de comprensión.
En www.celiamisofonia.com encontrarás artículos, recursos y acompañamiento terapéutico para comprender mejor esta condición y aprender a convivir con ella sin sentirte culpable o solo.
Si te ha resonado este artículo, compártelo o guárdalo. Que la misofonía tenga cada vez más nombre… y menos vergüenza.
Y si quieres comprobar si el tratamiento “realmente funciona” te invitamos a leer las OPINIONES de las personas que han iniciado el tratamiento con nosotras!
